Garantiza el máximo confort y protege tu inversión logrando el equilibrio perfecto de minerales en el agua.
Un control experto de la dureza previene el agua turbia y las incrustaciones de cal, asegurando instalaciones impecables y una experiencia de baño inigualable con equipos que duran mucho más tiempo.
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La dureza del agua es uno de esos parámetros “silenciosos” que, cuando está bien, nadie nota… pero cuando se desajusta, tu piscina o spa lo grita con cal, agua turbia, equipos sufriendo y bañistas incómodos.
La buena noticia es que, con una medición correcta y unos ajustes bien planteados, puedes mantener el agua en su punto ideal y prolongar la vida útil de la instalación.
¿Qué es la dureza del agua?
La dureza del agua indica la cantidad de minerales disueltos, principalmente calcio y magnesio. En piscinas y spas, lo que más nos interesa es la dureza cálcica (calcio), porque influye directamente en cómo se comporta el agua con las superficies y los equipos.
- Dureza baja: el agua tiende a “buscar” minerales y puede volverse más agresiva con materiales y componentes.
- Dureza alta: el exceso de calcio favorece incrustaciones (cal) y puede enturbiar el agua.
Por qué la dureza del agua influye en el confort del baño
Cuando la dureza se sale de rango, no solo se nota visualmente: también se siente.
- Si es demasiado alta, el agua puede sentirse más “áspera”, dejar cierta película en la piel y resecar. También es habitual ver depósitos de cal en la línea de flotación, boquillas o elementos decorativos como cascadas.
- Si es demasiado baja, el agua puede resultar “plana” y, por desequilibrios asociados, acabar afectando a acabados y juntas con el tiempo.
Y aquí hay un matiz clave: muchos problemas que parecen “solo cal” se agravan cuando otros parámetros no acompañan. Por eso conviene revisar siempre el balance completo, empezando por el nivel de pH, antes de hacer correcciones rápidas.
Diferencias entre dureza del agua de una piscina interior y exterior
La piscina exterior suele vivir más “montaña rusa” de cambios:
- Evaporación y reposición: con calor, se evapora agua, pero el calcio se queda, subiendo la dureza.
- Rellenos frecuentes: si rellenas con agua dura, la dureza sube cada semana sin que te des cuenta.
- Lluvias: pueden diluir temporalmente, pero después vuelves a concentrar con evaporación.
- Temperatura y sol: aceleran reacciones y precipitación de cal.
En interior, al haber menos evaporación y menos aportes externos, la dureza del agua suele ser más estable, aunque los spas interiores (por temperatura y agitación) pueden precipitar cal más rápido si te pasas de dureza.
¿Cómo saber la dureza del agua de mi piscina?
La forma práctica es medirla con:
- Kit de gotas (titulación): suele ser el método más fiable en campo.
- Tiras reactivas: rápidas, útiles para control frecuente (mejor confirmarlas si hay dudas).
- Análisis profesional: recomendable en piscinas grandes, spas comerciales o si hay problemas recurrentes.
Tabla de dureza del agua recomendada
Los rangos pueden variar ligeramente según el tipo de vaso, acabados, temperatura y fuente de agua, pero como guía general:
| Instalación | Rango recomendado (ppm como CaCO₃) | Zona ideal práctica |
| Piscina (general) | 200–400 ppm | 250–350 ppm |
| Spa / hidromasaje | 150–250 ppm | 180–220 ppm |
| Piscina con mucha evaporación (clima cálido) | 250–450 ppm | 300–400 ppm |
Consejos para saber la dureza del agua de tu piscina
- Mide al menos 1 vez al mes (y semanalmente en spas o en verano si rellenas mucho).
- Haz una medición extra si cambiaste agua, hubo lluvias intensas o has rellenado varias veces.
- Registra resultados (app, libreta o Excel): verás patrones y evitarás correcciones impulsivas.
- No ajustes a ciegas: primero confirma dureza, pH y alcalinidad. Muchos problemas de “cal” empeoran si el pH está alto.
- Si el agua está turbia o hay cal, mide también temperatura y revisa el tiempo de filtración.
Problemas habituales por una dureza del agua incorrecta
Cuando la dureza del agua no está equilibrada, lo típico es:
- Incrustaciones calcáreas (cal) en línea de agua, boquillas, paredes y resistencias/calefactores.
- Agua turbia o “lechosa” por precipitación de calcio.
- Pérdida de eficiencia en calentadores e intercambiadores (más consumo y más desgaste).
- Manchas y velos en gresite, porcelánico o superficies rugosas.
- Corrosión o deterioro de componentes si la dureza es muy baja y el agua se vuelve agresiva.
- Mayor gasto en mantenimiento: más limpiezas, más paradas y más ajustes de química.
Cómo ajustar la dureza del agua
Si al medir detectas que la dureza está fuera de rango, lo ideal es corregirla con calma y evitando cambios bruscos.
Cuando la dureza es baja, conviene subirla de forma progresiva. Calcula la corrección según el volumen de la piscina o spa y el objetivo, añade un incrementador de dureza respetando la dosis indicada por el fabricante y hazlo con la filtración en marcha para que el producto se reparta bien.
Si la dureza es alta, el enfoque más eficaz suele ser reducir la carga de minerales. Normalmente, se hace con una renovación parcial de agua y, en situaciones más exigentes, valorando ósmosis inversa o tratamiento externo.
Para mantener la dureza estable durante la temporada, funciona bien combinar un plan de medición periódico con un mantenimiento preventivo del equilibrio químico. Y si buscas reducir la dependencia del tratamiento tradicional, puede interesarte explorar alternativas al cloro dentro de una estrategia global.
